
La ropa, las marcas, las casas, los coches, todo lo que se puede comprar, y lo que intentamos aprentar todo surge del miedo terrible a que descubran cómo somos, a que no demos la talla , a que nos hagan tremendo daño o a no estar a la altura de las circustancias. A muchas personas, en las cuales me incluyo, nos da miedo que sepan nuestras debilidades y vamos por la vida, inevitablemente, creandonos una coraza de rabia y supuesta fortaleza , para evitar el ridículo, para evitar el daño. Pero no nos damos cuenta de dos lacras que acompañan a esa coraza, una es que nos vamos volviendo insensibles y que a fuerza de evitar sentir, nos volvemos casi vegetales. Cualquier emoción nos es agena y la reuimos, por lo tanto, y a mi entender, nos perdemos lo bonito de vivir, por miedo a que la vida nos duela. Y la otra carga que llevamos con la coraza es que no es más que eso, una muralla que consideramos invencible. Pero el día menos pensado nos relajamos y confiamos, y la persona menos esperada, consigue traspasarla, y entonces tenemos miedo. No es un miedo normal, no, es pavor, no estamos acostumbrados a los sentimientos y tenemos miedo de que nos hagan daño.No sabes cómo ha conseguio entrar, y sólo quieres que se marche, porque te sientes incómodo, está en tu fuerte, en tu segura intimidad. Nunca he sabido lo es un final feliz cuando alguien traspasa mi muralla. Por eso cuando se marcha habiendo destruido y prendido fuego a todo lo que intentaba construir dentro de mi fuerte, intento rehacer el escudo, intento aprender la lección ser más lista la póxima vez, tener aún menos sentimientos, ser más racional. Pero no es fácil, nunca vuelves a ser el de antes, intentas hecharte capas y capas de ropa, y aún asi te sientes como si fueras desnudo por la calle... Y cuantas más veces te pasa más impotente te sientes y de más capas te cubres después y más miedo te da que la gente te conozca, te destuya la coraza y te acaben dejando sola y desnuda en mitad de la calle...
Nos protegemos del mundo. Nos rodeamos de máscaras que no muestren nuestros puntos débiles, nuestros temores, nuestras inseguridades. Creamos fortalezas tras las que esconder nuestras emociones y aparentamos una realidad de torreones tan fuerte como frágil.
ResponderEliminarY es por eso que cuando llega alguien y tambalea esa "mentira" tras la que la gente se esconde, todo resulta aterrador. Su cercanía constituye una amenaza, una invasión. Y se ponen trabas y excusas para echar a esa persona de tu vida y quedarte a solas con tu mundo, porque es más seguro cerrar las puertas a cal y canto.
Yo hace tiempo que viajo sin coraza. Con el corazón a flor de piel y las heridas visibles. No es mejor, no es más seguro, pero he pasado tanto tiempo encerrada en mi burbuja de cristal que casi me quedo sin oxígeno que respirar. Sin duda alguna mi vida ahora está más expuesta, pero he aprendido a dejarme llevar por mi instinto y recuperarme de cada golpe.
Uno no deja de tener miedo, pero se hace más soportable, porque aprendes a enfrentarlo y te permites conocerte un poco más con cada persona que dejas entrar en tu vida, aunque se sigan marchando y llevando un pedacito de ti cuando lo hacen.